Mi fantasma del presente (2ª parte)

Como soy un tío con cultura y he visto las películas que ponen en Tele5 todas las navidades... sabía que el fantasma de las navidades pasadas no era más que el principio. Hasta donde yo sé podían ocurrir dos cosas. O bien recibía la visita de otros dos fantasmas, o bien Papá Noel tenía un accidente y me veía obligado a repartir sus regalos. Lo que sí estaba claro es que, al final, aprendería algo importante en mi vida que me haría comprender el verdadero significado de la navidad o de cualquier otra cosa.

Me gusta estar preparado para todo, ergo bajé a la farmacia por si la chorba muerta volvía. Entré en mi habitación y tomé asiento, cómodo y calentito. Poco después comencé a oír las campanadas de la media noche y una niebla espesa acompañada de luces empezó a abrirse paso por las rendijas de la puerta. Estaba claro, el siguiente fantasma no iba a ser la chorba, sería David Bowie.

La puerta quedó abierta repentinamente, sin golpes ni ruidos, y la nube blanca entró en avalancha a través del marco. Una figura se adivinaba entre el humo gracias a la luz posterior. Una silueta delgada, esbelta y delicada entraba lentamente en la habitación mientras una música de anuncio de compresas deleitaba mis oídos. Sin duda, una mujer.

Con la mano aún temblorosa busqué en el cajón los condones y me dije: “Esta noche mojo”. La niebla se disipó y se me pusieron los ojos como platos al ver las largas piernas recién depiladas de aquella jamelga rubia. Su cuerpo de infarto y su carita de ángel caído del cielo me estaban poniendo a mil. Entonces me dijo con voz firme:

-Soy Manolo, tu fantasma de la Navidad Presente.

Dejé caer los condones en el fondo del cajón, junto con mis esperanzas, al escuchar de aquellos carnosos labios una voz más masculina que la mía.

Dubitativo e impactado, quizá negando la evidencia por el deseo de tomar aquel cuerpo, acerté a decir:

-Tú... eres un... tío... ¿no?

-Sí-

-Vale-

Mi “vale” fue el punto y final. Directo e inmediato. Los condones estaban bien donde estaban y ahí se quedarían. Quizá hubiese suerte y Papá Noel terminase accidentado.

Manolo resultó ser bastante simpático. Me explicaba que íbamos a dar una vuelta para ver cómo vivía la gente y pudiese compararlo con mi propia vida. Yo no dejaba de mirarle las tetas y me preguntaba si tenía el badajo abajo o como al perro de San Roque... ¿se lo habrán cortado?

Se acercó a la ventana y señaló una casa cercana. Un instante después, estábamos en una habitación extraña, un salón. La televisión estaba encendida y una pareja la miraba desde el sofá, abrazados entre caricias y besándose de vez en cuando. En el ambiente flotaba un ligero tufillo a empalagoseo insoportable y además hacía un poco de calor, el llamado Agosto de Gas Natural en invierno. Sobre la mesa reposaban los restos de una cena ligera y las velas apagadas aún humeantes. Poco a poco, los besos se hacían más y más frecuentes, las caricias se hacían más pícaras y buscaban órganos vitales (por lo menos los mios lo son).

-Dime, ¿qué ves aquí?-Inquirió Manolo.

-Un tío con suerte- Respondí yo.

-¿Tú crees? A este le visité el año pasado y no se comía una rosca. Fíjate bien, aún tiene la misma cara de gilipollas que tú, creo que esa la tenéis para toda la vida...

-Oye, que esta es la cara que me ha dado tu jefe...

-Anda, cállate, que yo soy autónomo. Mira, tu problema es que no sabes mirar con perspectiva. Ves las cosas, pero no te das cuenta de lo que significan. En esencia, eso es lo único que te diferencia de este chico.

-Bueno... no sé qué decirte... el parece bastante más sobado ahora mismo.

-En primer lugar, deja de mirar como un cerdo. Y observa como un estratega.

En mi cara no se notó el menor cambio, al fin y al cabo mi modelo de ambos (cerdo y estratega) es Babe, el cerdito valiente. Pero yo no quería ser perro ovejero, no de momento. Por ahora, con ovejas nada. Así que presté atención a las palabras de mi Fantasma de la Navidad Presente (aka Manolo):

“Esta tarde, Luis salía de casa a comprar los preparativos para esta cita. La víctima, digooo... la chica... la conoció el sábado pasado en una discoteca, totalmente borracha. Intercambiaron los teléfonos y, tras un par de llamadas, quedaron para hoy. Todo esto te lo explicará tu próximo fantasma.

Lo que ahora nos ocupa es la estrategia de combate. Debes prever e improvisar al mismo tiempo. Fíjate en la televisión, ¿qué ves?”

-Una peli...

-No, una peli no. Una comedia romántica. A las titis se les hace el chocho pesicola con estas mierdas.

-¿Tú crees? Pero si en la mayoría actúan fatal y son siempre los mismos actores... y son casi todas iguales... y...

-Si quieres ver cine de culto te piras a una quedada de frikis... para follar: Comedias románticas. ¿Queda claro?

Sus argumentos eran iluminadores y tajantes. Ojalá hubiese podido apuntarlo todo en mi bloc de notas para repasarlo más tarde. Sus palabras resonaban en mi cabeza, quizá por lo tenor de su voz... “chocho pesicola... chocho pesicola...” Manolo continuó:

“No sólo es importante lo que veis. Quizá tú te estimules sólo con ver un par de tetas en la pantalla del ordenador... pero una mujer necesita mucho más cuanto menor es su porcentaje de alcohol en sangre, sobre todo en tu caso.

A las mujeres les gusta que les hables, que les digas que están guapas, que son especiales y únicas... Recuerda: Esto debes decírselo a todas, sin excepción.

Observa lo que te rodea, la habitación escogida, el salón. ¿Crees que es casualidad? Claro que no, el salón es una zona neutral. Puedes tirártela en cualquier habitación, pero en las zonas neutrales tienen la defensa baja.

La cena. Luis ha elegido ensalada de pasta. Es fácil de hacer, está bueno y si sobra puedes guardarlo para otras citas. Todo son ventajas. El detalle de las velas no es necesario, pero nunca viene mal. Las hay de muchos tipos, relajantes para que se tumben en el sofá, excitantes para que te tumben en el sofá y afrodisíacas para que tumbéis el sofá.”

La verdad es que la parejilla ya estaba dándole al mambo del colchón y yo me disponía a montar mi tienda de campaña. Me resultaba extraño no sentirme fuera de lugar con una erección en una casa ajena y con una pareja follando al lado de un travesti...

-Tranquilo, vaquero, no agarres el joystick, que en seguida nos vamos a casa...- dijo Manolo, evidenciando mi parabólica en busca de satélite.

“¿Has notado que, a pesar de ser invierno, hace algo de calor? Podría contarte un par de cosas sobre Gas Natural... pero lo cierto es que Luis ha subido la calefacción a propósito.

Las mujeres se excitan con el calor. No sé porqué será, no lo tengo claro, soy fantasma, no médico. Quizá se ponen a ovular como locas y las hormonas se disparan... no tengo ni idea. No es la primavera lo que altera la sangre, es el aumento de temperatura, eso está claro. Además, en el caso hipotético de que ella no se excitase... tendría calor y se quitaría algo de ropa. En ambos casos, ganas tú.

Si logras mantener todos estos detalles durante una cita, habrás conseguido el escenario perfecto para cortejar a una mujer.”

Todo tenía sentido ahora, la verdad es que parecía más complicado de lo que en realidad era. Mujer excitada + Un sólo hombre a mano = Mojar el churro. Manolo cogió mi mano y volvimos instantáneamente a mi habitación.

-Espero que hayas comprendido el mensaje- dijo.

-Bueno, he entendido lo básico... pero ¿esto no está un poco en contra de lo que me decía mi fantasma de las navidades pasadas?

-¿En qué?- Preguntó extrañado.

-Bueno, ella me dijo no sé qué de tratarlas bien y entender sus necesidades... creo.

-Si, y es totalmente cierto. Ella te dijo lo que necesitan las mujeres... yo te he dicho cómo dárselo. Lo de hablarles y todo eso... lo de crear el ambiente... ¿es que no te has enterado de nada?

-Sí, ¿pero eso no es como mentirles?

-¿Cuál es el problema?

Esas palabras acababan de solucionarlo todo... el problema son los escrúpulos, pero, con voluntad y constancia, podría mandarlos a tomar por culo... algún día.

Manolo se despidió meneando su mano en el aire al compás de su precioso culo. Salió, una vez más, entre luz y nubes... y pude verla desvanecerse poco a poco hasta que la puerta se cerró repentinamente, sin ruido ni golpes.

Me senté sobre mi silla y miré solitario y extrañado alrededor. Qué buena estaba... ¿nos hacemos unas pajillas?